domingo, 12 de enero de 2014

Campesinos y campesinas del Tunjuelo.

La cuenca del río Tunjuelo, es un lugar físico del gran territorio Muisca, que nace en el mismo lugar donde nace el Agua, en el imponente Páramo del Sumapaz, y serpentea este río,  por todo lo que nosotros llamamos el sur de Bogotá. Finalmente se conecta con el río Bogotá en el sector de Bosa.

Este territorio sin duda contiene en sus plantas, sus semillas y sobre todo en sus piedras la memoria de un territorio habitado por una cultura más “civilizada” por así decirlo, que la que nos dejaron.

Los Muiscas hace más de 500 años vivieron en este territorio, hoy conocido como la sabana cundiboyacense, en armonía con la naturaleza,  desde un pensamiento del cuidado y respeto por cada uno de los elementos que componen el todo universal. Si bien antes de la llegada de los europeos al continente, ya se encontraban conflictos territoriales entre los pueblos de América, estos no significaban,  la guerra a muerte, depravada y sin “arte” que acostumbró el mundo cristiano a los demás pueblos con los cuales conflictuaba.

Existiendo este conflicto entre los pueblos, también existían alianzas y formas de vida multiculturales, intercambios, “trueque” que configuraban el modo económico de las gentes por aquella época, no sabemos si la gente para ese momento era feliz, sin embargo podemos decir que no tenía la tristeza de la esclavitud, del sometimiento, de la explotación laboral, de las necesidades creadas, tal como nos decía un mayor: “era gente con la capacidad de viajar y conocer, sentados, atrapando silencio”

Los Muiscas vivían en la cuenca del Tunjuelo, con mayor precisión en lo que hoy es Bogotá, estudiosos de la cultura Muisca han coincidido en que el nombre de este territorio es “Muacatá”, después, con el tiempo se transformó  a Bacatá y finalmente a Bogotá.

En el Tunjuelo, los Muiscas habitaron de la misma forma como lo hicieron en otros lugares de su territorio, en aldeas dispersas, posiblemente teniendo los mayores poblados en Usme y Bosa, siendo en medio de la Cuenca los lugares de tránsito para estos dos grandes poblados.

Los Muiscas sembraban con sistema de camellones en los lugares inundables, transportándose por canoas, y sembrando en la parte alta de los mismos. De esta forma evitaban   mantenían la humedad en la tierra evitando  la deshidratación de las plantas. Se sembraba lo que se necesitaba, no creo que existiera esa delimitación nuestra, de plantas alimenticias, ornamentales y medicinales. Creo que la gente sabía de plantas para curarse, otras para comer y todas de por sí eran muy bellas y con todas se adornaba el paisaje.

A la llegada de la gente del mundo cristiano, el territorio se transformó vorazmente, el reino de Castilla y Aragón, Portugal, Inglaterra, entre otros, trajeron a América toda una empresa de sometimiento, construida de manera metódica con el pasar de las batallas, desde las cruzadas, hasta la conquista de las islas Canarias, se perfeccionó esta forma de mantener un sistema económico naciente, llamado capitalismo.

Hubo muchos factores que lograron que su invasión en los territorios de América fuera exitosa, como ya se nombró la experiencia de conquistas anteriores, en otros territorios fue el más determinante, en esa experiencia aprendieron el comportamiento de sus enfermedades más mortíferas, tal como lo utilizarían con los nativos de África, Islandia y las Canarias, los cuales fueron diezmados con facilidad.

En la guerra, las armas de fuego  fueron notables, pero, en la desesperación de la batalla un hacha de piedra y una sofisticada espada de acero no hacían mucha diferencia, más bien, fue la implementación de animales domésticos (Europa llevaba años luz sobre los pueblos nativos, de pronto porque  a estos no les interesaba someter tanto a los animales como les interesó a los otros) tales como perros y caballos. Los primeros para la cacería, para la compañía y para el asesinato, los segundos proferían una ventaja abismal contra los guerreros de a pie, solo con ver semejantes animales, los nativos corrían presos del pánico.

En la guerra, propiciar y después esperar que el enemigo muera de hambre ha sido una de las tácticas utilizadas, mientras que los europeos quemaban los cultivos nativos, cazaban sus animales, los nativos no podían alimentarse solamente de recoger frutos y llegaba la desesperación del hambre. En cambio los europeos, en sus primeras expediciones, ya traían consigo chivas, ovejas y hasta vacas. Haciendo de la ganadería uno de los puntos a favor de las colonias

Los procesos de colonización fueron victoriosos, en el Tunjuelo, se construyeron poblados en Bosa y Usme, coincidencialmente se convirtieron en los lugares de mayor poblamiento Muisca durante la colonia, pues la colonia prefería sacarlos de Santa Fe, creando “pueblos de indios”. Algunos estudios realizados a los restos humanos de Muiscas antiguos, muestran cómo para esta época su dieta estuvo basada solamente en maíz y fríjol, teniendo una seria perdida nutricional, siendo la desnutrición una de las causas de muerte más comunes en la época, como indican algunos estudiosos del tema.

Finalmente, parecería una pelea imposible de dar, diezmados los Muiscas en Bacatá, tenían pocas alternativas de supervivencia en lugares distintos a Usme o Bosa, aunque aún allí su existencia estaba amenazada.

Una nueva clase social.
Una de las alternativas de los Muiscas en el Tunjuelo fue “mezclarse con el enemigo”, para en él, renacer en un nuevo tiempo, renacer con la cara del enemigo. Esto trajo consigo procesos de sincretismo cultural, es decir, la cultura Muisca tuvo una especie de mezcla con la cultura cristianoeuropea que traían los colonos y así nació una nueva forma de concebir el mundo. No enfatizaré mucho en esto, pero hace que tengamos en nuestro vocabulario palabras de origen Muisca, como también que se conserven los nombres originales de muchos lugares, aun cuando la práctica predominante sea la colonial.

Tenemos entonces un escenario geográfico construido de lo que sería hoy la poderosa Bogotá, en el centro se ubicaba el poder político y económico de la nueva granada, y en las periferias, como Suba, Engativá, Bosa y Usme, pequeños poblados de indios y de algunos colonos que con el paso de los años se fueron mezclando dando origen a los y las campesinos y campesinas. Una clase social que se dedica principalmente a la agricultura y la ganadería como elementos económicos fundamentales.

Esta emergente clase social, tiene consigo muchos elementos de la cultura ancestral,  como el cuidado por la naturaleza, muchos elementos de los mitos originales, aunque estos hayan sido distorsionados, e inclusive prohibidos por el cristianismo. También conservan muchos elementos de la cultura de los colonos,  como el cristianismo, como elemento principal, como mito de origen y marco ético y moral, inclusive jurídico para la vida de la gente, otro elemento fundamental de esta cultura es la propiedad privada.

Con la llegada del Estado Burgués, Colombia dejaba la propiedad privada como uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos, pero claro, solo era papel, les digo, que hasta hoy el problema de la tierra y la propiedad en Colombia no se ha definido y solo unas pocas familias tienen en su propiedad gran parte del territorio colombiano, también incluyendo a las multinacionales que tienen concesionadas para la minería zonas por más de 40 años ¿y el resto de los propietarios? Son muy pocos los que han logrado algunas pocas hectáreas, una casa o un apartamento en la ciudad.

Los campesinos y las campesinas han sido los protagonistas de la cruenta batalla por la tierra, por más de 500 años, como clase emergente que sustenta el modelo de vida capitalista todos los días con la agricultura y la ganadería, sin duda no han llevado la mejor parte en esta historia.

Problemáticas y un gran proyecto retrogrado del falso progreso en el Tunjuelo
Para nuestro tiempo cercano el Tunjuelo se conectó con Santa fe, convirtiéndose en esta poderosa Bogotá, este Tunjuelo sería el sur geográfico y político de Bogotá, su gran río empezó brindando agua a muchos Bogotanos, pero finalmente una serie de factores estructurales, de falta de planeación y de un gran “me importa un culo el río” dejaron al Tunjuelo como uno de los ríos más contaminados, con la gran mayoría de  desplazados del país viviendo en sus montañas y con la amenaza latente de destruir el poco verde que nos queda a nosotros, los del sur.

Nombraré de manera muy sencilla estas problemáticas, pues ya, en otros de mis escritos, han tenido gran atención.

En primer lugar tenemos el páramo más grande del mundo, donde nace el agua, como corredor para entrar a la ciudad, ha sido campo de muerte y guerra por el control territorial desde que la gente lo habita, actualmente es amenazado por el control del agua por parte de empresas multinacionales y por la arremetida contra su diversidad, presa para convertirse en mercancía de los grandes imperios, quieren patentar todo.

Tenemos un gran basurero en Mochuelo alto, localidad de Ciudad Bolívar, imaginen ustedes que todos los días se levanten, abran la puerta y en cambio de la suave brisa de la naturaleza reciban el nauseabundo olor de la basura, pues así viven todos los días entre moscas y ratas los y las campesinos  y campesinas en Mochuelos. Además de eso, los lixiviados de este gran basurero se filtran al río y a las aguas subterráneas siendo peligrosamente contaminadas.

Tenemos minería de gravillas, arcillas y arenas, creo que este es el motivo por el cual, más gente migró a la cuenca baja del Tunjuelo, que por otros motivos, en el comienzo de su gran poblamiento, se convirtió en un gran problema, pues el río y la cuenca, se establecieron como la gran mina para la expansión de la ciudad cerca y sin tanto costo de transporte. Sin embargo, la biodiversidad y los grandes agujeros en la tierra ¿Quién los recupera? ¿Cemex, Holcim o el Vaticano?

Curtiembres, frigoríficos, fábricas de multinacionales, viviendas etc. Todo un conjunto de agentes contaminantes que hicieron de una cultura, de un gran río, de un pensamiento, un basurero, una mina y el hábitat de nosotros, quienes llegamos y nacimos en este Tunjuelo.

Pero no es lo único, “PRESUNTAMENTE” y lo escribo así en comillas porque no tengo pruebas, pero en mayúscula porque es muy importante, quieren ellos (las fuerzas oscuras que mueven los hilos del poder) seguir colonizando, seguir saqueando y seguir destruyendo nuestro territorio.

Quieren apoderarse de las Aguas del Sumapaz y de la biodiversidad de nuestro ecosistema, quieren acabar lo poco de verde y campo que nos queda en Usme y Ciudad Bolívar para construir un océano de viviendas de interés social, construir un centro de acopio y un centro arqueológico (para que pensemos que ellos cuidan la cultura), desviar el Tunjuelo y canalizarlo, quitarnos la cultura e identidad que nos proporciona ese gigante y poderoso río Tunjuelo.

¿Y los campesinos en el Tunjuelo?

La frase correcta que definiría la situación de nuestros campesinos es “son una especie en vía de extinción” como se nombró anteriormente, las pretensiones son absolutas, para Sumapaz el control del páramo, para Ciudad Bolívar la expansión del basurero y más proyectos mineros, para Usme las casas de “desinterés” social, y otros proyectos, en Bosa donde aún existe zona rural, también el futuro será la expansión urbana.

Estas pretensiones son alimentadas por nuestro desinterés como bogotanos y bogotanas, por varias razones, por todos los días echarle basura a los Mochuelos, donde aun pareciendo increíble vive gente, por comprar aunque parezca más barato en los grandes supermercados y olvidar las plazas de mercado y nuestro ancestral trueque. Además de los TLC han incrementado esto al traer mercancía extranjera a precios irrisorios, que quiebran la economía de los campesinos y campesinas, pues sembrar para vender sale muy caro teniendo pocas ganancias y en muchas ocasiones perdidas de la inversión hecha.

Pero también la situación se agrava por el desconocimiento y la falta de conciencia con la que muchos campesinos y campesinas viven y enfrentan la realidad,  siendo una especulación mía, por la cultura colona con la que crecieron, por ejemplo la problemática situación de la propiedad privada hace que la gente solo defienda su pedacito de tierra y no piense en colectivo, por un bien común, existiendo desinterés por el otro, negociando fácilmente por el bien propio y no por lo colectivo.

Hace 50 años o más que llegaron los agroquímicos al país,  son utilizados de manera expansiva en los cultivos. Estos por sus compuestos químicos son altamente tóxicos para todos los seres vivos incluyendo insectos, aves, mamíferos anfibios, etc y humanos. En un proyecto ambiental de los niños del colegio Pio X en Chipaque que asesoré el pasado año, se evidenciaba como sus padres hacían los surcos para la papa con glifosato, además de encontrar toda una variedad de plaguicidas y fertilizantes que se convierten en un coctel toxico para la vida.

Sembrar una sola cosa, ya sea papa, haba,  frijol, o lo que sea,  trae consigo el crecimiento exponencial del  “bicho”  o “plaga” que se alimenta de ella, rompiendo así la armonía que da la diversidad de plantas que ayudan a regularse a sí mismas y con los demás organismos en los ecosistemas.

Pero de quién es la culpa, sino de la misma academia e institucionalidad que favoreciendo los intereses de las multinacionales, les prometieron a los campesinos y campesinas las “bondades” y “beneficios” de estos productos en su actividad agrícola. A simple vista parecería más rentable. Sin embargo, esto queda desdibujado cuando las tierras quedan destruidas, las mal llamadas plagas se vuelven resistentes y tienen que intensificar la dosis y en fin, es una actividad de muerte segura para  la vida, la tierra y para el bolsillo del agricultor o agricultora.

También está el problema del monopolio de las semillas, que trae una larga problemática que no nombraré en este momento pero que sin duda es problema de la humanidad entera, pues se trata del monopolio de nuestro propio alimento y de la biodiversidad en el planeta.

Finalmente se evidencia en lugares como Usme, que la gente ya no quiere  sembrar por los altos costos y han dedicado sus actividades económicas a la ganadería y sus derivados, esto trae muchas problemáticas, pero solo me concentraré en una: en el espacio que necesita el ganado para vivir. Es bastante el espacio que utilizan estos animales comparado con el que una comunidad organizada podría utilizar para la siembra de diversas plantas que supla las necesidades alimenticias de su comunidad.

A estas problemáticas de campesinos y campesinas en el Tunjuelo se suma la tristeza, dolor, rencor, envidia y miedo con la que muchos de ellos y ellas afrontan la vida. Sin esperanza todo está perdido.

Qué podemos hacer ¡claro! Si nos interesa.

Podemos reconocernos, como hermanos de este territorio Tunjuelo, perteneciente al gran territorio Muisca, tenemos que adentrarnos en ese gran proyecto de investigación que significa conocerse a sí mismo como parte de ese todo natural que nos compone, así descubrir la importancia de ese hayuelo, de los curubos, del tijiki, y de todas las plantas de nuestro territorio, no permitamos una “primavera silenciosa” aquí en nuestro Tunjuelo, un éxodo masivo de campesinos y campesinas desesperanzados migrando a la ciudad con las miserias por el pago de su tierra, ¿Dónde más van a comprar?

No permitamos que canalicen más nuestra sangre, nuestros ríos y quebradas, nuestras aguas son nuestros reflejos, dejarlos a la deriva es perdernos consigo.

Cambiemos nuestras formas de vivir, dependientes a este modelo destructivo, no importa si es despacio, pero que sea constante, poco a poco, ojalá dejando de tirar basura allá, hagamos realidad ese tan nombrado programa basura cero, de manera certera, con alternativas reales para que en mochuelo se despierten viendo su territorio y no un basurero pútrido.

Somos en esencia esa cultura Muisca que tenemos en nuestra sangre mezclada con español, saquemos esa esencia y que renazca la armonía en los corazones de la gente, quitémonos ese odio, dolor, envidia y miedo con el que vivimos, para que nuestras gentes se lo quiten, ayudemos a sanar más de 500 años de dolor y despojo.

Conectemos nuestras fibras de citadinos del sur con nuestros sembradores de Usme, Ciudad Bolívar y Sumapaz, un solo movimiento de gente consiente que siembra sus propios alimentos, que truekea en vez de comprarlo todo, que se solidariza y que de manera sincera le importa el otro, tenemos que entender que somos un solo territorio, dejemos la falsa ilusión de la localidad y “ándate a caminar por los rincones de lo que te pertenece y que no conoces”

Es un llamado a todo el mundo consiente, que crea que puede aportar, es hora de sembrar, de no dejar expandir la ciudad más, es hora de defender nuestro páramo y nuestros ríos, es hora de salir de la burbuja y mirar el mundo, de reconocer nuestros pasos hacia atrás y hacia adelante, entre más seamos más podremos, aunque tantos no quieran.

León